El franciscano seglar tiene sus orígenes en esos grupos de “penitentes” que buscaban seguir una vida de conversión sin abandonar sus ocupaciones cotidianas, y se asociaban en “fraternidades”. En 1289 el papa Nicolás IV escribió una regla “tripartita”: diferenciando los estilos de vida para frailes, las sores y los seglares. La sucesivas revisiones de las reglas darán lugar a la distinción entre la Tercera Orden Regular (sores y frates) y la Tercera Orden (seglares).

nuestra-vida-en-cristoLa vocación del franciscano seglar nos lleva con el paso de tiempo a emitir una “profesión” o compromiso de vida evangélica, que se concreta:

  • Vivir en espíritu de conversión, buscando a Cristo en los hermanos, en las Escrituras, en la Iglesia y en la oración y las acciones litúrgicas.
  • Dar testimonio de Cristo mediante la vida, cumpliendo las obligaciones propias de la condición de cada uno. -Vive en la propia familia el espíritu franciscano de paz, fidelidad y respeto a la vida.
  • Una actitud de desapego hacia los bienes terrenos.
  • La construcción de un mundo más fraterno, mostrando una actitud de respeto por todas las criaturas y apareciendo como portadores de paz y mensajeros de la perfecta alegría.

Descarga en este enlace para conocer mejor Los orígenes de la Tercera Orden de San Francisco (TOR y OFS)

 

SANTA ISABEL DE HUNGRÍA: UNA MUJER SIN RENCOR

santa-isabel-hungriaIsabel, a los 15 años fue dada en matrimonio por su padre el Rey de Hungría al príncipe Luis VI de Turingia, el matrimonio tuvo tres hijos. Se amaban tan intensamente que ella llegó a exclamar un día: «Dios mío, si a mi esposo lo amo tantísimo, ¿Cuánto más debiera amarte a Ti?». Su esposo aceptaba de buen modo que Isabel repartiera a los pobres cuanto encontraba en la casa. Él respondía a los que la criticaban: «Cuanto más demos nosotros a los pobres, más nos dará Dios a nosotros».

Cuando apenas tenía veinte años y con su hija menor recién nacida, su esposo, murió en un viaje a Tierra Santa. Rechazó varias ofertas de matrimonio y se decidió entonces a vivir en la pobreza y dedicarse al servicio de los más pobres y desamparados.

El sucesor de su marido la desterró del castillo y tuvo que huir con sus tres hijos, desprovistos de toda ayuda material. Ella, que cada día daba de comer a 900 pobres en el castillo, ahora no tenía quién le diera para el desayuno. Pero confiaba totalmente en Dios y sabía que nunca la abandonaría, ni a sus hijos. Finalmente algunos familiares la recibieron en su casa, y más tarde el Rey de Hungría consiguió que le devolvieran los bienes que le pertenecían como viuda, y con ellos construyó un gran hospital para pobres, y ayudó a muchas familias necesitadas. Isabel nunca arremetió contra aquellos que le quisieron mal y siempre tenía palabras de bondad para ellos. Su corazón quería semejarse al corazón de Jesús que le enseñó a perdonar siempre.

nio Advocación al santo Niño (pulsa y descarga)


Franciscanos TOR


Monasterio de Santa María Magdalena Franciscanas TOR de Penitencia

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