POR LA FORMACIÓN DE RELIGIOSAS, RELIGIOSOS Y SEMINARISTAS
Oremos para que las religiosas, los religiosos y los seminaristas crezcan en su camino vocacional a través de una formación humana, pastoral, espiritual y comunitaria, que les lleve a ser testigos creíbles del Evangelio.
(Nota: puede tardar algún día en estar disponible el vídeo del mes)
Reflexión sobre la intención de este mes
REFLEXIÓN SOBRE LA INTENCIÓN DE ORACIÓN
CONSTITUCIÓN APOSTÓLICA
VERITATIS GAUDIUM7
Francisco
27 de diciembre de 2017
2. […] Como tuve ocasión de destacar: «Buscar superar este divorcio entre teología y pastoral, entre fe y vida,
ha sido precisamente uno de los principales aportes del Concilio Vaticano II. Me animo a decir que ha
revolucionado en cierta medida el estatuto de la teología, la manera de hacer y del pensar creyente»[4]. (…)
3. Ha llegado el momento en el que los estudios eclesiásticos reciban esa renovación sabia y valiente que se
requiere para una transformación misionera de una Iglesia «en salida» desde ese rico patrimonio de
profundización y orientación, que ha sido confrontado y enriquecido —por así decir— «sobre el terreno» del
esfuerzo perseverante de la mediación cultural y social del Evangelio, que ha sido realizada a su vez por el
Pueblo de Dios en los distintos continentes y en diálogo con las diversas culturas.
En efecto, la tarea urgente en nuestro tiempo consiste en que todo el Pueblo de Dios se prepare a emprender
«con espíritu»[19] una nueva etapa de la evangelización. Esto requiere «un proceso decidido de discernimiento,
purificación y reforma»[20]. Y, dentro de ese proceso, la renovación adecuada del sistema de los estudios
eclesiásticos está llamada a jugar un papel estratégico. De hecho, estos estudios no deben sólo ofrecer lugares e itinerarios para la formación cualificada de los presbíteros, de las personas consagradas y de laicos
comprometidos, sino que constituyen una especie de laboratorio cultural providencial, en el que la Iglesia se
ejercita en la interpretación de la performance de la realidad que brota del acontecimiento de Jesucristo y que
se alimenta de los dones de Sabiduría y de Ciencia, con los que el Espíritu Santo enriquece en diversas formas
a todo el Pueblo de Dios: desde el sensus fidei fidelium hasta el magisterio de los Pastores, desde el carisma
de los profetas hasta el de los doctores y teólogos.
Y esto tiene un valor indispensable para una Iglesia «en salida», puesto que hoy no vivimos sólo una época de
cambios sino un verdadero cambio de época[21], que está marcado por una «crisis antropológica»[22] y «socio-
ambiental»[23] de ámbito global, en la que encontramos cada día más «síntomas de un punto de quiebre, a
causa de la gran velocidad de los cambios y de la degradación, que se manifiestan tanto en catástrofes
naturales regionales como en crisis sociales o incluso financieras»[24]. Se trata, en definitiva, de «cambiar el
modelo de desarrollo global» y «redefinir el progreso»[25]: «El problema es que no disponemos todavía de la
cultura necesaria para enfrentar esta crisis y hace falta construir liderazgos que marquen caminos»[26].
Esta enorme e impostergable tarea requiere, en el ámbito cultural de la formación académica y de la
investigación científica, el compromiso generoso y convergente que lleve hacia un cambio radical de paradigma,
más aún —me atrevo a decir— hacia «una valiente revolución cultural»[27]. En este empeño, la red mundial de
las Universidades y Facultades eclesiásticas está llamada a llevar la aportación decisiva de la levadura, de la
sal y de la luz del Evangelio de Jesucristo y de la Tradición viva de la Iglesia, que está siempre abierta a nuevos
escenarios y a nuevas propuestas.
El documento tiene 87 páginas y pretende promover una formación integral que tenga en cuenta todos los
aspectos del individuo.