Jóvenes de nuestras parroquias de la T.O.R. han querido compartir, con todos miembros de la comunidad, sus impresiones y meditaciones desde su experiencia en directo de la Jornada Mundial de la Juventud, que está teniendo lugar estos días en Lisboa. La idea es que cada día nos enviaran nuevos testimonios que iremos publicando.

 

 

TESTIMONIOS: Día 6-08-2023

María, 19 años:

Último día de JMJ, quizás el más cansado pero, a la vez el más emocionante.

Creo que no he sido consciente de la experiencia que he vivido hasta que ha terminado y he podido parar, pensar y reflexionar en todos los sentimientos que he experimentado desde que me subí al bus hasta hoy.

De hoy me ha impactado mucho el momento de levantarme y ver tanta gente de tantos países distintos unidos por el amor de Dios. Es lo que me llevo de estas JMJ, ver cómo tantas naciones, con lenguas y costumbres tan diferentes han sido capaces de juntarse por un mismo sentimiento. Por la fe y las ganas de encontrar a Dios.

Es cierto, que la peregrinación hasta el lugar donde compartimos uno de los momentos más bonitos de la JMJ junto al Papa fue dura pero, también me ayudó a ver cómo en los momentos más difíciles, cuando crees que no puedes más, ahí está Dios para darte un empujoncito y seguir. Porque mereció la pena ese esfuerzo para poder disfrutar de las palabras del Papa, que estoy segura de que llegaron hasta los corazones de todos los que estábamos escuchándole.

«La alegría es misionera», es una de las frases que más me ha hecho reflexionar en estas JMJ. Es muy bonito sentir esa alegria pero, aún lo es más cuando haces que lo sienta otra persona. Cuántas veces una simple sonrisa o un gesto cuando estabas mal te han dado fuerzas para levantarte, para no permanecer caído, como dice Francisco.

Para mí, la misa del Papa el domingo no fue el final de las JMJ, sino el comienzo. Una vez vivida esta inolvidable experiencia, como bien nos ha enseñado el Papa, tenemos que compartirla y transmitirla a toda la gente que nos crucemos en nuestro camino.

Una vez recogimos todo para volver a nuestras casas, iniciamos el viaje en bus en el que viví un momento increíble. Muchos de nosotros nos levantamos a dar gracias por tantas cosas que nos habían regalado estas JMJ. Fue cuando me di cuenta de la suerte que tenía de haber podido compartir esta increíble experiencia con todas estas personas.

Finalmente, quiero dejar esta idea que para mí resume las JMJ, «La iglesia es de todos», todos tenemos nuestro lugar en ella, porque Dios nos ama y para él somos valiosos.

Clara, 17 años

Una vez en casa y mirando con perspectiva toda la semana, tengo más claro que nunca que lo que hemos vivido en la JMJ es una experiencia única y que me va a acompañar durante toda mi vida.
Ha habido momentos duros, como la peregrinación al Campo da Graça, y momentos preciosos como las vigilias y adoraciones.
Algo que me ha impactado un montón es la cantidad de gente que nos hemos reunido por y para una sola persona, Él.
Más que las actividades, para mi lo mas importante y lo que mas valoro es la gente que me ha acompañado a lo largo de la semana y que ahora considero parte de mi gran familia, mi familia cristiana.

Pablo, 23 años:

Último día de esta maravillosa semana.

Día de decir hasta luego (que no adiós) y de dar gracias por todo lo vivido.

Hoy nos despertamos más pronto de lo normal , con un buen ritmo de techno, gracias a los altavoces y el DJ. Es momento de preparase, el Papa llegará pronto.

Tras recibir a Francisco, en el que se puede observar una sonrisa de oreja a oreja viendo a sus jóvenes (que seguro que es la misma sonrisa que tiene Dios viéndonos allí reunidos) nos disponemos a celebrar la misa de envío.

Es una celebración preciosa, con momentos muy especiales, en la que el Papa nos pide tres cosas muy claramente: RESPLANDECER, ESCUCHAR y NO TENER MIEDO.

Mientras escucho eso, pienso y miro a mis amigos y compañeros de viaje, allí a mi lado. Pienso en cómo resplandecen de alegría por haber podido vivir esta JMJ (a pesar del calor y las dificultades), pienso en lo que he disfrutado escuchando a todos ellos durante la semana y sobre todo pienso lo bonito que es no tener miedo a llevar esta alegría y este mensaje que hemos recibido a nuestros hogares, a nuestras familias y a nuestros amigos.

Tras este acto final, toca subirse al bus y volver a casa, volver a ‘la realidad’, y es durante este trayecto cuando sucede una de las cosas más bonitas del viaje para mí, y es que nos ponemos a compartir nuestro testimonio y a contar cómo hemos vivido esta última semana. Unos hablan más, otros menos, unos hacen bromas, otros se emocionan y lloran (y nosotros con ellos) pero en cada uno de ellos me veo reflejado y comprendo que todos hemos sentido y vivido lo mismo: el amor de Dios.

Si hay una palabra que repetimos todos los que pasamos por el micro es: GRACIAS. Gracias a los que han organizado todo este follón, gracias a nuestros amigos de antes, gracias a nuestros nuevos amigos, gracias a los que nos animaron a venir; pero sobre todo, gracias a Dios y a la Virgen por esta maravillosa semana.

Javi, 24 años:

Resplandecer, escuchar, no tener miedo.
Así resumía nuestro muy querido Papa Francisco la experiencia de la Transfiguración para los tres apóstoles Pedro, Santiago y Juan; y también nuestra experiencia de la JMJ para los cientos de miles de jóvenes cristianos reunidos allí, en el impresionante Campo da Graça en Lisboa. Tres palabras que sin duda tenían algo que decirnos en esa homilía de la misa de Domingo que clausuraba una intensísima e impresionante semana (para algunos en versión reducida a fin de semana); y que también nos llevaríamos a nuestra cotidianidad de vuelta a Madrid, Mallorca, Valencia, Toledo y Perú, cada uno de los lugares de procedencia de la ampliada familia franciscana TOR reunida estos días en Lisboa.

Resplandecer. Iluminar. «Nuestro Dios ilumina. Ilumina nuestra mirada, ilumina nuestro corazón, ilumina nuestra mente.» Así nos explicaba el Papa lo que supone el encuentro con Jesús. Sin duda en Lisboa nos hemos encontrado con Él. En los múltiples eventos y celebraciones vividos, y también en las largas caminatas al sol y noches durmiendo al raso. En el compartir con los hermanos de toda la vida, y también en el conocer a nuevos. Luz por todas partes, aunque a ratos nos costase verla a causa de la dificultad y el cansancio. Una luz que nos llena de alegría…, ¡y tanto que nos llena de alegría! Ha sido impresionante la alegría que por ejemplo se respiraba a primerísima hora de la mañana (06:30 concretamente) cuando el Padre Guilherme nos despertó con una increíble sesión de música house, cargada de vitalidad, buen rollo, ¡y hasta palabras del Papa! Y una luz y una alegría que se transmiten a los otros, no siendo perfectos y exitosos, sino cuando aprendemos a amar como Jesús. Y allí estábamos, cientos de miles de jóvenes imperfectos, llenos de errores e incongruencias, pero enviados a seguir amando como Él nos enseñó. Impresionante por ejemplo ver el respeto y la paciencia en las largas colas para ir al baño o beber agua, o la solidaridad a la hora de hacer hueco para que otros jóvenes pudieran dejar su esterilla y saco donde descansar en el abarrotado Campo de Graça. Sin duda se podían ver destellos de esa luz de la que nos hablaba Francisco.

«Escuchar. Está todo aquí, y todo eso que hay que hacer en la vida está en esta palabra: escúchenlo.» Con esta palabra nos animaba el Papa. Menuda capacidad de síntesis. Todo lo que necesitamos los jóvenes, tan inquietos y angustiados muchas veces por quiénes somos y quiénes llegaremos a ser en el futuro, tan perdidos muchas veces e incapaces de darle un sentido a nuestra vida… «Escuchénlo.» Escuchar a Jesús. Eso es lo único que tenemos que hacer. Fueron sobrecogedores los pequeños momentos de silencio vividos durante la misa. Cientos de miles reunidos, guardando silencio. Callando el exterior para intentar escuchar a la voz interior, a Jesús dándonos esa señal con la que dar rumbo cada uno a nuestra propia vida. Los hay que pudieron escucharle claramente, otros probablemente solo escucharon tenues susurros. Pero sin duda Jesús habló y nos seguirá hablando de vuelta en nuestra vida cotidiana. Sólo tenemos que hacer una cosa: ¡escucharle!.

«¡No tengan miedo!» Nos animaba el Papa repetidamente a no tener miedo. «El propio Jesús os lo está diciendo». Cuánto nos cuesta muchas veces no tener miedo. Miedo al futuro, miedo al fracaso, miedo al qué dirán… Muchos miedos nos invaden y paralizan a los jóvenes de hoy. Jesús nos anima a dejar a un lado ese miedo. A no temer ser cristianos y a mojarnos por ello. A no tener miedo a intentar vivir cómo Él, aunque no sea la moda del momento. A no tener miedo a seguir intentándolo aunque caigamos una y otra vez, aunque no nos salgan las cosas como queríamos, aunque no seamos reconocidos ni apoyados. No tener miedo porque la Iglesia y el mundo nos necesitan. Y se pudo sentir esa fuerza y esa energía de vuelta a casa, todo el mundo cansandísimo, pero gritando a tope: «¡Esta es la juventud del Papa!»

Y nos despidió acordándose y recordándonos a todos. A todos. Todos somos Iglesia. Todos somos importantes en ella. Los que pudimos vivir la JMJ presencialmente en Lisboa y los que no pudieron. Y también los que nos acompañaron desde el cielo, especialmente ellos, que nos han transmitido la Fe, lo más importante en nuestra vida. Y especialmente también por aquellos que sufren en este tiempo, por los que viven situaciones de miseria y guerra. Por todos ellos rezamos juntos.

Sin duda esta JMJ ha sido un regalazo,
¡muito obrigado!

Teresa, 24 años:

Estos días han sido un regalo. Me ha parecido impresionante y sobrecogedor ver a tantas personas de todos los rincones del mundo reunidas con el único propósito de encontrarse con Dios. Un Dios que se ha hecho presente en los momentos más inesperados: en ver a tantos jóvenes cantando a pleno pulmón a pesar del cansancio acumulado y el calor; en el amigo que se ofrece a llevarte la mochila porque no puedes más, en el (hasta ese momento) desconocido que no habla tu idioma pero que te hace un hueco para colocar la esterilla a su lado, en las sonrisas y abrazos como lenguaje universal, en el silencio de más de un millón y medio de personas arrodilladas frente a un trozo de pan.

Y sólo puedo dar gracias por haber podido vivir algo así.

Pero toca volver a casa. A la realidad concreta de cada uno. Te pido Señor que no me olvidé de lo vivido, que no deje que la rutina me apague, que te sepa ver en cada persona que pones en mi camino. Que sepa anunciar con mi vida, sin miedo y con alegría, que en la Iglesia cabemos todos, que nadie es prescindible y que nos quieres tal y como somos, no como nos gustaría ser.

Alex, 27 años:

El último día de la JMJ comenzó al ritmo del DJ Padre Guillerme. Un despertar increíble en un sitio increíble. Más de un millón y medio de jóvenes empezamos el día con una alegría y felicidad desbordante mientras nos preparábamos para una Misa de Clausura súper emotiva.
Antes de que diese comienzo la celebración de la Santa Misa atendimos en un par de ocasiones a la Cadena COPE pues como dijo el Papa en la noche de la Vigilia: «La alegría es misionera. Es para llevarlo a los otros». También tuvimos tiempo para inmortalizar en fotos grupales aquella experiencia y, cantar, en repetidas ocasiones, el himno de estas Jornadas «Jesús vive e nao nos deixa sos…»
De la Misa siempre recordaré que debemos buscar luz para afrontar las situaciones complicadas que nos lleguen en la vida. Jesús es luz y nunca se apaga. Intentaré resplandecer haciendo obras de amor. También tendré que escuchar, escuchar lo que me diga ÉL. De este modo encontraré mi camino y, por último, a partir de ahora ya no tendré miedo. Tres verbos: RESPLANDECER, ESCUCHAR Y NO TENER MIEDO que nunca se me olvidarán.
Al finalizar la Misa llegó un anuncio muy esperado: dónde y cuándo se celebrará la próxima JMJ… ¡¡EN 2027… EN SEÚL (COREA DEL SUR)!! OJALÁ PUEDA IR, YA LLEVO DOS COMO PEREGRINO (CRACOVIA Y LISBOA) Y ES UNA EXPERIENCIA INOLVIDABLE. ¡GRACIAS!

Carol:

Amigos todos en el Señor.

¡Madre mía, vaya experiencia otra vez vivida con todos mis hijos, propios y ajenos!

Hace 7 años, tras finalizar la JMJ de Cracovia, los chicos decidieron ir a la próxima que se celebrara en Europa, y me pidieron que los acompañara. Fue el mejor regalo que me podían hacer.

Así que, después de la pandemia tan terrible que hemos sufrido, y con unos años de retaso, ¡lo hemos conseguido! Por fin los jóvenes… y no tan jóvenes… nos hemos podido reunir con el Papa Francisco en Lisboa. Para mí ha sido muy especial porque lo he podido hacer acompañada de mis maravillosos niños.

¡Cómo cambian las cosas! Hace 7 años, éramos nosotros quienes les cuidábamos, protegíamos y guiábamos. Ahora han sido ellos quienes han realizado estas tareas, y lo han hecho maravillosamente bien.

Regreso feliz, con mi corazón pleno y alegre. Espero conseguir que esta ALEGRIA perdure; deseo que Jesús, que ha entrado de lleno en mi corazón, se quede para siempre; que los avatares de la vida no le vayan arrinconando, sino que sea Él, Jesús, quien me ayude a superarlos; si me caigo, que sea su amor quien me levante y, como ayer nos decía nuestro querido Padre, pueda con la fuerza que nos da Jesús, ayudar a todos nuestros hermanos a salir adelante ante las dificultades, que el único momento que mire a los demás desde arriba, sea al tenderles la mano tras haberse caído y así, puedan levantarse.

Quiero pedir al Señor que también permanezca en el corazón de todos nuestros jóvenes para que, ante los momentos de dificultad a los que se van a tener que enfrentar en esta vida, NO TENGAN MIEDO porque el Señor estará siempre con ellos.

Y si caemos, no olvidemos nunca…. LEVANTATE Y SÍGUEME.

 

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